Cultura Latinoamericana

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El Barroco en Alejo Carpentier

El barroco en Alejo Carpentier Ydania Carolina Carreño Hablar de barroco es referirnos a ese movimiento cultural que se generó en Europa a principios del siglo XVII. Esta corriente ejerció una importante influencia sobre todas las artes incluyendo así también a la literatura, imponiendo nuevos paradigmas en el pensamiento del hombre. Los máximos escritores que pertenecieron a este movimiento fueron: Luis de Góngora, Francisco de Quevedo y en representación del barroco latinoamericano tenemos a Sor Juana Inés de la Cruz quien demostró gran maestría en sus obras. Posteriormente, encontramos al autor cubano Alejo Carpentier quien manifestó que en Latinoamérica también se realiza literatura de calidad, tomando elementos del barroco y adaptándolos a las necesidades del “Nuevo Mundo”. El barroco para Alejo Carpentier es “una constante humana” que no responde únicamente a una determinada época, sino que su sensibilidad atraviesa todos los tiempos. Lo verdaderamente importante de este movimiento es su pulsión creadora que no responde únicamente a las necesidades de los europeos sino a todos los humanos en general. El barroco, según Carpentier, está presente en América Latina desde sus orígenes evidenciándose en el libro del Popol Vuh, por lo tanto nuestro continente es barroco por naturaleza. La obra literaria El reino de este mundo escrito por Carpentier abunda en características barrocas, pero con particularidades propias que sólo se dan en esta parte del continente. Una de estas características que se encuentra presente en esta obra es el uso de imágenes sensoriales que penetran todos los sentidos: La mano traía alpistes sin nombre, alcaparras de azufre, ajíes minúsculos; bejucos que tejían redes entre las piedras; matas solitarias, de hojas velludas, que sudaban en la noche; sensitivas que se doblaban al mero sonido de la voz humana; cápsulas que estallaban al mediodía, con chasquidos de uñas aplastando una pulga; lianas rastreras, que se trataban, lejos del sol, en babeantes marañas. Había una enredadera que provocaba escozores y otra que hinchaba la cabeza de quien descansara en su sombra. (p.32) La adjetivación es utilizada por el autor para dar vida a las imágenes y así penetrar todos los sentidos. De igual forma, el uso abundante de adjetivaciones sirve para no dejar ningún espacio vacío. Otras de las características barrocas que se encuentran presentes en la obra es el uso de la conceptualización, el autor se vale de este recurso para conectar de manera ingeniosa cada una de las palabras. Se crean conceptos breves y explícitos para que no quede ninguna idea vacía en el lector. …lo llenó de zozobra haciéndole comprender que un tambor podía significar, en ciertos casos, algo más que una piel de chivo tensa sobre un tronco ahuecado. Los esclavos tenían, pues, una religión secreta que los alentaba y solidarizaba en sus rebeldías. A lo mejor, durante años y años, habían observado las prácticas de esa religión en sus mismas narices, hablándose con los tambores de calendas, sin que él lo sospechara. (p.74) Lo que sorprende de este autor es la capacidad de adaptar un movimiento que surgió al otro lado del mundo y hacerlo propio del latinoamericano. Carpentier demuestra con gran maestría la ingeniosidad que posee al momento de relatar un hecho histórico y presentar los acontecimientos con abundante elementos fantásticos. De esta manera queda de manifiesto que en Latinoamérica existe la capacidad innata de apropiarnos de elementos barrocos y adaptarlos a nuestras necesidades, a nuestra cultura y a nuestra historia en particular.

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